Uno de los obstáculos más difíciles de afrontar para los liberales es la naturaleza aparentemente errática de la izquierda.
Casi todos somos capaces de detectar sus inconsistencias, y podría decirse que hay muchos intelectuales de derecha que se han vuelto particularmente buenos en señalar políticas nocivas y sus efectos inmediatos y a largo plazo. Incluso, hay algunos que parecen tener una bola de cristal y pueden decir casi con exactitud los efectos de las políticas de izquierda de moda en el futuro.
El problema es que no parece importar lo mucho que estos liberales “tengan razón” o que logren hacer diagnósticos acertados. La izquierda y el estatismo siguen su avance demoledor por las instituciones, causando estragos y miseria, para luego autofelicitarse por haber actuado con aplomo.
Esto deja a muchos liberales confundidos y frustrados ya que la izquierda no parece equivocarse nunca. Tampoco corrige su rumbo, ni siquiera cuando la realidad los golpea en la cara y su popularidad decrece, sufren derrotas electorales, o pierden el control de lo que sea que crean que están “desarrollando”.
Es una situación permanente donde si sale cara ellos ganan, y cruz nosotros perdemos.
Esto lo han hecho utilizando instituciones como la educación, la cultura, el gobierno, y el lenguaje, en nuestra contra. Es decir, todo lo que occidente logró construir fue estudiado a fondo, colonizado, y blandido como arma contra sociedades que por tradición no van a oponerse a ninguna de esas instituciones, o van a actuar de manera predecible ante ellas. Ellos detectaron nuestros patrones de comportamiento, saben cuánta opresión estamos dispuestos a aguantar, y a qué instituciones vamos a acudir para mostrar nuestro descontento. Ellos tomaron control de cada instancia institucional, volteándola en nuestra contra, y acusando a todo aquél que intente cualquier alternativa de antidemocrático, golpista, o violento.
Entonces, para luchar contra esto, se necesita hacer lo propio y detectar los patrones de la izquierda. Esto al menos nos daría una idea de qué se necesita capturar y modificar para detener su avance y hacerlos retroceder.
La Visión De Los Ungidos
Thomas Sowell escribió un libro genial llamado The Vision of the Anointed donde identifica un patrón que la izquierda y los estatistas parecen seguir al avanzar cada punto en sus agendas. Sowell bautiza este proceso como el “Patrón Del Fracaso”. El economista reconoce 4 etapas que se reproducen en todo tiempo y lugar donde la izquierda y sus expertos han intentado “mejorar” las condiciones materiales de sus “súbditos”.
1. Crisis
En esta etapa, los ungidos o expertos (ya del Estado, ya de algún lobby), detectan un problema. A veces es real, pero muchas veces es inventado o exagerado. A este problema lo califican de crisis, y los expertos se proponen eliminarlo o solventarlo. Es importante señalar que estos ungidos no toman en cuenta el hecho de que la naturaleza humana es problemática y que casi todas las situaciones tienen algún aspecto negativo. Es decir, los ungidos raramente se molestan en mostrar cómo sus supuestas “crisis” son particularmente únicas en la historia, o cómo éstas amenazan con empeorar o destruir a la sociedad. No es raro encontrar que muchas de estas crisis, al ser medidas, incluso muestren signos de haber mejorado por años sin intervención de ningún experto.
2. Solución
Aquí es cuando se proponen las políticas para atacar la crisis. Todas ellas son impulsadas por expertos multidisciplinarios quienes aseguran poder obtener un resultado positivo X. Como es normal, habrá críticos que aseguren que las políticas de los ungidos causarán el efecto negativo Y. Pero los ungidos siempre están cubiertos bajo el manto de infalibilidad que les proporciona la pertenencia a ciertas organizaciones, o la posesión de títulos de prestigiosas universidades que fueron cooptadas por la izquierda hace décadas. Así que cualquier crítica proveniente de aquellos que no posean las credenciales correctas, o que no pertenezcan a las organizaciones aprobadas, es automáticamente desechada por ser simplista o “malintencionada”.
3. Resultados
Casi invariablemente, las políticas son implementadas y producen el resultado negativo Y.
4. Respuesta
El resultado de sus políticas termina siendo Y. Aquí es donde muchos de nosotros saltamos triunfantes a exclamar “se lo dijimos”. Sin embargo, algo extraño sucede en esta etapa. Se nos sigue acusando de ser demasiado “simplistas” e ignorar las “complejidades” de la “multicausalidad”. Aquí es donde los expertos aplican dos trucos que nos envían de vuelta a los libros y los datos:
Arrojan sobre sus críticos la carga de la prueba. Ya no son ellos los que tienen que demostrar la efectividad de sus políticas. Aquellos que se opusieron deben ahora ocuparse en demostrar que fue específicamente la acción de los expertos la que empeoró la situación causando Y.
Mientras tanto, los ungidos declaran que, de no haber actuado, los resultados hubiesen sido peores, y que sus políticas ayudaron a mitigar los daños causados por otros factores.
Enjuagar y repetir.
Ejemplos de esto podemos encontrar en todos lados. Por ejemplo, la lucha contra la violencia contra la mujer.
1. Crisis
Si bien, en nuestros países la violencia y la criminalidad ha estado en aumento, no parecía estar empeorando de manera desproporcionada contra las mujeres. Sin embargo, esto no evitó que expertos, sobre todo de universidades colonizadas por el marxismo, declarar que había una emergencia de violencia contra la mujer.
2. Solución
Según estos expertos que recibieron atención en los medios más importantes de nuestros países, había que crear ministerios de la mujer y de género, leyes de discriminación positiva, y toda una batería de políticas destinadas a resolver la crisis. Ellos aseguraron que sus medidas iban a reducir la violencia femenina, traer más justicia e igualdad, y producir una sociedad más pacífica (resultado positivo X). Muchos se opusieron diciendo que esto causaría retardos procesales, injusticia, o que estas medidas no resolverían ningún problema (resultado negativo Y). Por supuesto, estas críticas fueron consideradas simplistas o como un ataque malintencionado de sectores “patriarcales” o de “extrema derecha”.
3. Resultados
La data indica que la violencia hacia la mujer se ha disparado, sobre todo en los países donde se aplicaron las medidas de manera más fervorosa. España y Argentina son ejemplos de los estragos causados por la ideología de género.
Según muestra rutinariamente Agustín Laje, la cantidad de feminicidios en Argentina ha ido en aumento ininterrumpido desde 2014, a pesar de haber creado ministerios y puestos en el gobierno, dado créditos a mujeres, establecido un sistema paralelo y disfuncional de justicia en su país, sin haber afectado de manera positiva la supuesta “crisis”.
Todo esto a pesar de recibir financiación infinita extranjera, y haber introducido en todos los niveles educativos el discurso de sensibilización de género para “educar a los jóvenes”. Es decir, causaron el resultado negativo Y.
Por otro lado, España gozaba de ser el lugar más seguro para ser mujer en toda Europa.
Pero esto no evitó que el lobby feminista propusiera reformas judiciales a todos los niveles para atacar al patriarcado, y creara un sistema paralelo de justicia donde mujeres tienen permitido secuestrar y torturar a niños para hacer que los padres desesperen, o acusar a varones de haberlas violado para poder salir en la tele:
Como consecuencia, España bajó 10 puestos como el país con mayor bienestar para las mujeres en apenas dos años:
El resto de Hispanoamérica (y occidente) también ha visto un aumento en la impunidad del crimen, de la injusticia, la violencia contra niños, mujeres, y una corrupción del sistema judicial donde cualquier mujer puede acusar a los hombres de haberlas violado, y los jueces simplemente ejecutan sentencias por petición popular.
4. Respuesta
Aquellos que advirtieron que todo esto iba a pasar tienen años presentando pruebas de las consecuencias negativas de las políticas feministas, pero todos son tildados de “simplistas” o de tener un lenguaje de odio, y cosas peores.
Mientras tanto, los políticos y lobbies feministas declaran que, de no haber actuado, las cosas hubiesen sido peores. No sólo esto, sino que necesitan profundizar más las políticas de género, más inversión y “chiringuitos” que les ayuden a resolver esta “crisis”. Es decir, necesita más apoyo, inversión y “soluciones”.
Hay ejemplos de este mismo patrón de fracaso en temas como la educación sexual, la lucha contra la inflación, las pandemias, el desempleo, la pobreza, la desigualdad… Cada uno de esos problemas tiene su grupo de ungidos diagnosticando crisis, y proponiendo “soluciones”.
¿Por qué la derecha es tan inefectiva?
Thomas Sowell atribuye el éxito de este fenómeno a la existencia de una élite de ungidos y expertos que tienden a estar totalmente blindados a la evidencia. Este grupo de tecnócratas llega a conclusiones que se ven predeterminadas por suposiciones y definiciones impuestas por su visión particular de los procesos sociales.
El problema no es necesariamente que exista una élite de esta naturaleza. Después de todo, siempre hay grupos de intelectuales que sostienen una visión u otra y, en la competencia de visiones, gana la más efectiva o la que mejores soluciones proponga. Lo que hoy existe una visión prevalente cuyas presunciones y conclusiones son compartidas por las mayorías, sobre todo las más vocales. Esto hace que toda evidencia presentada sea vista con recelo ya que es inconsistente con la visión mayoritaria. Lo peor es que esta visión prevalente ofrece algo que el resto de visiones no es capaz de asegurar: un estado de gracia o superioridad moral para aquellos que crean en ella. Esto implica que aquellos que se opongan estarán automáticamente en un plano moral inferior que los coloca ya no en el terreno del error, sino del pecado.
Es por ello que da igual tener la razón en las discusiones contra el estatismo o la izquierda. Mientras los liberales tratan de jugar bajo las reglas de la lógica y la coherencia, la izquierda no se encuentra siquiera en el mismo terreno de juego. Ellos en cambio intentan que “maduremos” y “despertemos”. Mientras nos resistamos, seremos vistos como entes malvados que debemos ser “expuestos” como lo que realmente somos: extremistas, odiadores, mata-abuelas, racistas, xenófobos, y un largo etcétera.
Hasta hace no mucho, yo me dedicaba a estar peleando en redes sociales contra gente blindada totalmente contra evidencia, datos, o lógica formal, hasta que decidí comenzar a escribir acá en substack para gente que considero mucho más inteligente que la media y a quienes invito constantemente a escribir sus experiencias y compartirlas.
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