Trofim Lysenko fue el biólogo y agrónomo Ucraniano que más impacto tuvo sobre las políticas agrícolas de la revolución Soviética, y uno de los “expertos” que ha causado más muertes en la historia de la humanidad.
Desde joven, se interesó en la agricultura y el ciclo de vida de las plantas. Lysenko creía que los organismos heredaban características adquiridas por su exposición al medio ambiente. Debido al determinismo que imponía la teoría genética mendeliana del momento, la cual es la base de la teoría genética actual, rechazó de plano sus conclusiones, acusándolas de reaccionarias o antirrevolucionarias.
Como buen revolucionario, este “experto” trasladaba conceptos del Marxismo científico hacia la biología. Sostuvo que el medio ambiente y la manipulación cuidadosa (científica) de los cultivos podrían transformar una especie en otra al cabo de unas pocas generaciones. También aseguró que las técnicas tradicionales de cultivo basadas en conocimiento acumulado de generación en generación eran obsoletas, ya que ahora la ciencia permitía al hombre liberarse de los dictámenes de la naturaleza y tomar las riendas de su existencia e historia.
Así que inició un programa de siembra a gran escala en el cuál forzaba a los agricultores a sembrar semillas en grupos, ya que, al pertenecer a la misma clase, ellas no competirían entre ellas e incluso se apoyarían unas a otras para producir mejores cosechas.
Todo aquél que se opusiese era considerado antirrevolucionario, anticientífico, o era desestimado al no ser un verdadero experto. Este fue el caso de millones de granjeros que, si bien podrían no haber asistido a la universidad, sabían cómo hacer crecer comida mejor que cualquier comisario comunista.
Por supuesto, este nuevo enfoque “científico” produjo el colapso de la agricultura. No sólo en la Unión Soviética, sino también en otros países de la órbita comunista.
¿Pero cómo lograron estas teorías tan absurdas calar en las mentes de las élites?
El triunfo del Lysenkoismo se debió a que Trofim Lysenko logró combinar sus teorías con propaganda antioccidental. El agrónomo convenció al partido comunista de que la ciencia occidental era sólo otra forma de poder hegemónico del cual Rusia debía deslastrarse. Sus teorías ofrecían un arma política que permitía un control más eficiente sobre quién come y quien no, y daba perfecta justificación a la toma de tierras del gobierno en nombre de la ciencia o del bien común.
Si bien esta doctrina asesina es hoy vista universalmente con horror, sus principios generales siguen aplicándose. De hecho, ya los medios están trabajando en limpiarle la cara al renacimiento del Neolysenkoismo en occidente. Si leemos la entrada sobre Lysenkoismo en Wikipedia en Inglés, vemos cómo se usan los conceptos de ciencia "mainstream" o convencional para hacer ver al Lysenkoismo simplemente como una ciencia contracorriente.
La verdad es que, luego de que Lysenko lograra proscribir todas las otras escuelas científicas en la Unión Soviética, fue su ciencia la que se convirtió en "mainstream" en Rusia y otros países como Polonia, Camboya y China.
El Lysenkoísmo NO era una curiosidad académica oscura que desafió a la ciencia convencional, como parece sugerir Wikipedia o The Atlantic.
Dentro de su esfera de influencia, el Lisenkoísmo era LA ciencia convencional aprobada por los aparatos de propaganda de sus estados y celebrada como revolucionaria. El resto de la gente común era considerada demasiado ignorante como para comprenderla, sobre todo aquellos que se atrevían a hacer “su propia investigación”. Es decir, si eras un agricultor que quería probar que los métodos tradicionales de siembra eran más eficientes, eras tildado de ignorante, traidor, reaccionario y negacionista.
El Neolysenkoísmo
Durante los últimos años, ha habido un resurgimiento del Lysenkoísmo. Si bien, no sostienen las mismas conclusiones, sus tácticas son muy parecidas y sus resultados también.
Por ejemplo, según George Monbiot, periodista del periódico The Guardian y autor de varios libros acerca del cambio climático, la agricultura es la actividad humana más destructiva para el medio ambiente. Para él, y muchos de sus seguidores, la agricultura es incluso más dañina que la industria del transporte, y uno de los principales motores de la contaminación del aire del agua.
Una de las maneras de minimizar el impacto de la agricultura según este “experto” es a través de una intervención "drástica" en este sector. Entre las intervenciones drásticas propuestas está la eliminación de cuajo de la ganadería ya que tiene un impacto "masivo y desproporcionado en el planeta viviente". Monbiot dice que esto ayudará a "prevenir el efecto dominó de colapso a lo largo de los sistemas de la Tierra". Todo esto lo dice sin dar ningún dato que soporte sus aseveraciones, pero insiste en que comer carne y recoger huevos es un lujo que no nos podemos dar.
Los nuevos Lysenkoístas también proponen cambiar la manera en que los agricultores preparan y siembran sus suelos tal y como lo hacían los Lysenkoistas del pasado.
Según los nuevos "expertos" en agricultura, que dudo que se ganen la vida cosechando vegetales, arar la tierra libera un exceso de carbón en la atmósfera. Así que proponen forzar a los agricultores a taladrar agujeros individuales para cada semilla y así "reducir las emisiones de carbono en 30%".
Esto no hará que haya más alimentos disponibles en el mundo. Según los “expertos”, esto ayudará a combatir los efectos del cambio climático y así “proteger la democracia”, tal y como Lysenko trató de proteger la revolución.
Hay que aclarar algo, nada de esto es una advertencia de lo que podría sobrevenir en el futuro si se adoptan todas las medidas que nos recomienda la nomenclatura no electa desde Bruselas y Davos. Ya las consecuencias se pueden ver en varios países que felizmente han adoptado el neolysenkoísmo como religión de Estado.
Ya en 2015, el Primer ministro de Sri Lanka anunció que iba a asegurarse de que su país se guiara por los criterios de desarrollo sostenible y la Agenda 2030. Nuestro supragobierno escribió un reportaje al respecto en 2018, describiendo los avances en materia económica del país asiático, y cómo este estaba encaminado a convertirse en una potencia alimentaria en 2025.
El resultado de estos “avances” ha sido una crisis económica y política sin precedentes que ha facilitado la transición de Sri Lanka hacia un estado de inestabilidad que podría terminar pareciéndose a Haití en un par de años. Y esto no es un fracaso para las élites, es parte del plan. Ya hablaré de esto en otros post cuando tenga suficientes datos.
“Pero Marcel, querida y enigmática fuente de malos augurios” - Les oigo decir - “Seguramente fracasaron en Sri Lanka porque era un país del tercer mundo y la gente allá era demasiado ignorante como para hacer suya la revolución industrial”.
Pues, veamos qué ha pasado en países del primer mundo que adoptan la estupidez colectiva a nivel de gobierno.
Hace unos años, el Foro Económico Mundial convenció al Primer Ministro de Holanda a forzar a los agricultores en su país de adoptar nuevas prácticas para producir más comida usando menos recursos. También se introdujeron medidas para reducir las emisiones de nitrógeno y otros gases en la actividad ganadera.
Un par de años más tarde, podemos ver claramente los resultados de esta visión:
Según los datos presentados en ese último artículo, los agricultores en Holanda habrían reducido las concentraciones de nitrógeno en sus fertilizantes a niveles previos a los vistos en los años 60. Esto significa que, por iniciativa propia, se había dado ya un proceso de innovación en términos de emisiones. Sin embargo, una corte de la Unión Europea (no de Holanda) decidió que los granjeros debían recortar las emisiones en un 50% o ser sujetos a confiscaciones forzadas o penas fiscales escandalosas.
Esto ha resultado en manifestaciones masivas y enfrentamientos con la policía, cosa que sólo podía darse en países donde la gente era mayormente “ignorante” o “violenta”.
Semejantes medidas se están imponiendo en Alemania, Italia, Francia y Canadá, generando malestar entre los agricultores y una crisis alimentaria de proporciones catastróficas, tal y como lo fue el Gran Salto Adelante en China, o la crisis de las papas en Irlanda.
Lo más grave es que el Neolysenkoísmo no se limita a la agricultura. Hoy domina todas las disciplinas que la izquierda mundial considera esenciales.
Como ejemplo están las teorías de género con las cuales quieren modificar la manera en que se produce la cultura o se administran los negocios, llegando incluso a convertir las escuelas en centros de experimentación biológica donde se administran drogas y procedimientos quirúrgicos a niños.
Toda la propaganda del Covid-19 fue un ejercicio claro de neolysenkoísmo, con vacunas que poco a poco están causando más eventos de muerte súbita que beneficios a largo plazo. Esto lo podremos medir en las próximas décadas sin que aquellos que participaron en este experimento lleguen a admitir responsabilidad alguna.
Trofim Lysenko nunca pagó por el crimen de haber causado decenas de millones de muertes por hambruna. Murió apaciblemente en 1976, y sus retratos siguieron ocupando puestos de honor en oficinas gubernamentales soviéticas por al menos una década más.
Lo mismo parece que va a suceder con gente como el Dr. Anthony Fauci, Tedros Adhanom, Yuval Harari, Al Gore, Bill Gates, y todos estos propagandistas de la ciencia "mainstream" sin importar cuántas muertes causen con sus ideas estúpidas.
Mientras tanto, hay una comunidad de gente curiosa en internet que sigue investigando y reportando de manera independiente. Estas comunidades se hacen cada vez más grandes gracias a aquellos que producen y comparten mensajes como este.