Hace unos tres años que la junta de mi condominio no se reúne. A pesar de que nuestros edificios se deterioran, hay que hacer trabajos de mantenimiento, y mucha gente quiere saber en qué se está gastando la plata de los fondos comunes, ya no hay voluntad entre los vecinos de reunirse y asociarse. Es decir, la comunidad está a la deriva.
La causa creo que está en un fenómeno que venía sucediendo en cada reunión por varios meses antes de la última. Los eventos eran capturados por varias personas de la comunidad con voces muy ruidosas y alegatos aparentemente complejos que pronto se volvían callejones sin salida y que frustraban a todos los asistentes.
Como hubiese dicho Ayn Rand, toda la situación se volvía confusa y llena de términos que no tenían relación con la realidad: una masa amorfa e impenetrable que no permitía contestar a nada con claridad.
Yo no era capaz de identificar el problema. Sólo sabía que la reunión sería un fracaso en cuanto uno de estos personajes tomaba la palabra ya que había algo en lo que decían que causaba discordia y terminaba por acabar con el objetivo de la reunión. La mayoría de los asistentes salía confundido o molesto, pero habían algunos que se veían fortalecidos en sus posiciones, como si hubiesen cumplido con su deber.
¿Pero cuál era ese deber?
No lo supe por al menos tres años.
Hace unos días, escuchaba con atención un recuento sobre cómo había surgido el movimiento de la Teoría Crítica en Estados Unidos. Esta escuela de pensamiento es marxismo que usa estrategias raciales para cumplir con sus objetivos.
Pequeño Recuento del Marxismo Cultural
En corto, el marxismo es un sistema de creencias basado en la idea de que el principio fundamental de organización de la sociedad es el capitalismo creado por los burgueses para el beneficio de los burgueses.
Como verán, es una teoría de conspiración a escala masiva. También propone que la sociedad en su totalidad está conspirando junto a sus opresores sin darse cuenta de que lo están haciendo. La tarea del marxismo desde sus inicios siempre ha sido despertar la consciencia de clase de aquellos que están dormidos, ayudarlos a reconocer cómo ellos son meras herramientas de opresión y, con suerte, hacer que ayuden en la tarea de despertar más consciencias.
Después del fracaso rotundo de los experimentos socialistas, Herbert Marcuse funda la Escuela de Frankfurt e impulsa la llamada Teoría Crítica. En sus libros La Tolerancia Represiva y Hombre Unidimensional, Marcuse decía que la sociedad se había “aburguesado” así que las clases sociales basadas en factores económicos o materiales ya no podrían servir como motor de cambio. Así que se necesitaba activar la energía de las comunidades oprimidas o marginadas para volverlos agentes de cambio y ejecutores de su visión.
Sin embargo, decía que su teoría de cambio no debe ser enseñada de manera formal. Es por ello que uno nunca puede verlas en una currícula de estudios. Esta teoría marxista debe ir siempre acompañada de praxis dirigida a hipersensibilizar a la audiencia para que pueda reconocer relaciones de poder entre oprimidos y opresores.
La manera de operar es viral. Un seguidor de la teoría crítica marxista tiene como tarea colonizar instituciones (universidades, iglesias, ONGs, gobiernos…) para transformarlas en centros de creación de más seguidores. Una vez allí, pueden reclutar o crear más adeptos que colonizarán más instituciones hasta alcanzar una masa crítica dentro de la sociedad que apoye a la vanguardia de la izquierda.
Dos de las tácticas más usadas, al menos por los agentes despiertos de base, son: afirmar que cada una de las identidades tiene una voz única, y construir una narrativa alrededor de esa unicidad.
La primera táctica proviene de un modo determinista y materialista de ver el mundo. Para ellos, hay una cualidad única al haber experimentado el mundo desde cierta posición o identidad (mujer, latino, trabajador, criminal). Esta experiencia dota al agente de una posición o perspectiva única desde la cual entiende al mundo, y permite que se deseche cualquier dato objetivo que se quiera tomar en cuenta, imponiendo emociones o intenciones a la hora de tomar decisiones.
El próximo paso, después de identificar estas posiciones únicas, es comunicarlo a través de la construcción de narrativas y contra-narrativas. Esta parte es siempre super efectiva porque el marxista entrenado es capaz siempre de encontrar una anécdota que sea la excepción a la regla, o de voltear cualquier discusión contra sus detractores al hacerlos ver culpables de no estar suficientemente “despiertos”.
Pero la idea es siempre la misma. Despertar la consciencia de clase, raza, género, u otras identidades que, a su vez, despierten a otros. Esto se hace sin hacer mención de autores o conceptos, sino de simplemente hacer ver cómo estamos siempre más oprimidos de lo que parece. La meta es despertar suficientes consciencias como para que cuando llegue la señal adecuada todos se levanten al unísono y quiebren el sistema (estallidos sociales, revoluciones moleculares, o como lo quieran llamar).
Para ilustrar cómo trabaja la estrategia de la teoría crítica contaré una anécdota sobre cómo surge el movimiento de Teoría Crítica Racial en Estados Unidos a partir de la colonización de otro movimiento afín.
Surgimiento De La Teoría Racial Crítica
Durante gran parte del siglo XX, los Estudios Críticos del Derecho, fundados con base a la escuela de Frankfurt, se posicionaban como la escuela marxista más influyente de Estados Unidos. Los ECD proponen que las leyes son una forma de opresión a ser abolida, y se apoyan en la obra de Michael Foucault quien dijo que los criminales y enfermos mentales sólo lo son porque la sociedad los margina.
En la Conferencia Nacional De Estudios Críticos del Derecho de 1986, organizada por un grupo feminista de teoría crítica llamado The Fem-Crits, se decidió que era una buena idea invitar a compañeras de color para que diesen su perspectiva única acerca del tema. Ante una nutrida audiencia de varios miles de "estudiosos", estos teóricos críticos raciales tenían la tarea de facilitar varios paneles de discusión acerca de la raza.
Para quien no lo sepa, la Teoría Crítica Racial (TCR) es un sistema de creencias basado en la idea de que el principio fundamental de organización de la sociedad es el racismo creado por los blancos para el beneficio de los blancos.
Quien tenga un ojo avisor se dará cuenta de que es un calco del marxismo pero cambia capitalismo por racismo y burguesía por blanquitud.
Pues estos compañeres hicieron exactamente lo prescrito por la praxis crítica: se propusieron "revelar" las dinámicas raciales que se manifiestan dentro del movimiento de los ECD. Así que su primera charla comenzó con la siguiente pregunta cargada: "¿De qué manera la blanquitud de los ECD desalienta la participación de personas de color?”
La reacción fue, como era de esperarse, defensiva por parte de la audiencia y los organizadores. Después de todo, los ECD se caracterizaban por revelar y oponerse a toda forma de poder y opresión dentro de las escuelas de derecho. Sin embargo, esto fue acusado de ser típico de "blancos".
Por supuesto, esta defensa era prueba irrefutable de que sí había racismo dentro de los ECD.
En otras palabras, en cuanto los marxistas raciales tuvieron la oportunidad de penetrar en otra institución, la acusaron de racista, y provocaron división entre los presentes, sobre todo entre aquellos que habían hecho una carrera tratando de traer igualdad a través del Derecho. Los argumentos defensivos fueron tildados de "fragilidad blanca", aquellos en la audiencia lo suficientemente sensibilizados por años de adoctrinamiento se pasaron al bando de los teóricos críticos raciales, y los ECD casi desaparecen como movimiento en EEUU.
Es decir, el movimiento de Teoría Crítica Racial fagocitó a su huésped.
Teoría Crítica Vecinal
Al recordar cómo había transcurrido la última reunión de vecinos en mi condominio, me di cuenta de algo muy peculiar que se me había escapado cuando estaba presente.
Como regla general, los empleados del condominio no podían estar presentes durante las reuniones de propietarios, sobre todo cuando se discutía de cuestiones salariales, condiciones laborales o posibles despidos.
Cuando se intentó abordar estos temas debido a que algunos conserjes habían incurrido en varias faltas a su trabajo, una vecina interrumpió al administrador antes de que diera los datos concretos.
Dijo algo así como: “No se puede hablar de los conserjes sin entender sus posiciones particulares” (táctica 1). Luego otro dio una larga charla sobre cómo él había sido conserje durante su juventud y que lo habían tratado mal (táctica 2). Luego, se procedió a acusar a los administradores de ser inconscientes.
Esta estrategia se repitió para cuestiones como la impermeabilización de los techos, o la construcción de una cancha para los pequeños. Los vecinos, que en principio querían resolver todos estos problemas, pasaron a estar totalmente divididos sobre cuestiones de justicia social que no venían al caso. Es decir, la comunidad pasó a ser incapaz de resolver problema alguno.
Lo curioso es que semanas después, una de estas vecinas bienintencionadas propuso como solución “aplicar” para una ayuda del gobierno que se iba a hacer cargo de impermeabilizar los edificios si dábamos una contribución. El dinero se recolectó y despachó.
Han pasado 3 años y lo único que se ha hecho con nuestro dinero es poner cintas al parque de los niños para que no puedan acceder, y colocar pegatinas para “evitar el contagio del Covid” en todos los accesos.
Al menos tenemos justicia social, imagino.