Estoy cansado de leer intelectuales tratando de explicar la evolución de la izquierda desde el marxismo hasta hoy, pero que no tienen ni idea de lo que están hablando.
Sus explicaciones parten del supuesto de que la izquierda ha sufrido varios cambios fundamentales desde la adopción del Marxismo como base ideológica.
La historia, según gente como Agustín Laje o Axel Kaiser, es que las teorías económicas de Marx y Lenin fracasaron de manera estrepitosa. Según ellos, en cuanto los crímenes perpetrados por la Unión Soviética y la China de Mao salieron a la luz, los intelectuales del postmodernismo tuvieron una epifanía. Según ellos, los post-modernos se dieron cuenta que había que cambiar de enfoque y dejar al marxismo atrás para crear nuevas categorías de oprimidos. De allí es que salen los trans, los queer, la teoría racial crítica y toda la ensalada terminológica que nos inyectan los medios y escuelas directo a las venas.
Entonces vemos a muchos de estos “derechistas” burlándose de la “nueva izquierda” y de sus “fracasos”. Una exposición de las ideas de la izquierda siempre pasa por decir que donde se ha aplicado el socialismo, este ha fracasado. Pero esto sólo muestra lo poco que entienden los influencers de socialismo, marxismo o dialéctica.
Si me lo preguntan, quien crea que el socialismo fracasa, no sabe lo que dice.
Por otro lado, están los que acusan a la izquierda ser hipócritas o de tontos útiles cuando repiten que lo que pasó en Rusia o en Venezuela “no es verdadero socialismo”.
Pero, de nuevo, sin entender las bases hermeticistas y alquímicas del marxismo, los pseudointelectuales de la “nueva derecha” van a seguir comprendiendo esa expresión de manera errónea. Por esta razón, los marxistas nos miran con sorna cuando perdemos la cabeza al oír esa frase.
Esto sólo demuestra que estos nuevos intelectuales no tienen la menor idea de a qué se están enfrentando. Por tanto, son ellos los que sirven de verdaderos tontos útiles al viejo marxismo.
Por ejemplo, esta nueva derecha es la que hoy en día apoya a un Bolsonaro que quiere aumentar el gasto público en época de elecciones. En todo su gobierno no ha hecho ninguna reforma en Brasil, lo cual ha permitido que el comunismo gane popularidad de nuevo en su país e inevitablemente vuelva en unos años.
También llamaron a votar por candidatos estatistas pro agenda globalista en Ecuador y Colombia. Ambos presidentes han firmado cuanto documento les pase por el frente que lleve el sello de la Agenda 2030 y que diga que cumpla los objetivos de desarrollo sostenible.
Es decir, sus países nunca cambiaron de rumbo, siguiendo el camino ya trazado por las izquierdas desde al menos 2015, y llevando al comunista Petro a una cómoda victoria electoral en Colombia, y probablemente a un regreso de la izquierda dura en Ecuador en 2025.
En Chile, Boric aprovechó un impulso similar al haber tenido a Piñera, un supuesto “derechista”, llevando a cabo la agenda globalista sin frenos por 4 años, haciendo que la gente pidiese un “cambio”.
Recientemente, vemos a Agustín Laje haciendo campaña para instalar al socialista aprista López Aliaga en Perú que, si gana, impulsará las mismas políticas de la izquierda socialista aplanando el camino a los marxistas en los próximos años.
Se podría decir que la izquierda cuenta con la ignorancia de esta “nueva derecha” para allanar el camino de sus candidatos comunistas durante la próxima década. Estos think tanks, medios de “derecha”, influencers, y personalidades de la tele terminan arreando a las masas a votar por males menores y seguir participando del circo.
Me gustaría pensar que es que han cometido “errores”. Pero lo que están haciendo en realidad es incrementar la confusión entre lo que significa ser de izquierda y derecha, llevando a la gente a votar con más fuerza por el comunismo cuando sus candidatos resultan ser iguales o peores que la izquierda moderada.
La “nueva derecha” está resultando ser tan mala, o incluso peor, que la vieja izquierda.
No quiero decir con esto que ellos secretamente sean agentes zurdos. Lo que parece suceder es que son pendejos, y no tienen la menor idea de contra qué están luchando.
Sus diagnósticos podrán apuntar de manera general hacia algunos síntomas del estatismo o ciertas herramientas usadas por el globalismo. Pero son extremadamente superficiales, llevándolos inevitablemente a apoyar candidatos y proponer soluciones que resultan ser peor que la enfermedad.
¿Cuál es la solución?
Primero, hay que aprender acerca de política de verdad. Sin eso, vamos a seguir estando a merced de estos influencers que apenas saben más que los conductores de Uber que siempre nos explican cómo arreglar el mundo en 15 minutos o menos.
Una de las fuentes más confiables en Español son las clases semanales en La Realidad con el profesor Alberto Mansueti.
En este grupo se analizan casos reales de transición al liberalismo clásico, y las bases filosóficas de las corrientes ideológicas actuales. También se escuchan conversaciones y debates super interesantes de los cuales he sacado muchísimo provecho durante los últimos años. Esto supuso un cambio radical comparado al griterío sin sentido que escuchamos en las redes cuando la gente que cree que sabe de política lo que hace es gritarse unos a otros.
Los espero allá.